miércoles, 16 de noviembre de 2011

Día tras día

Jacinto Lara

Las horas, día tras día, en el taller, hacen que en algunos espíritus temerosos, las obras se plagien unas a otras y los artistas entren en bucles, que acaban con la llama de la creación.

Existen otros artistas, persistentemente emergentes, aquellos que con la experiencia rejuvenecen y acumulan mayores dosis de ilusión e inocencia creativa. Aquellos que con el tiempo y trabajo… mucho trabajo, consiguen mantener el espíritu con el que empezaron.

Este es el caso de Jacinto Lara, en continua mutación de técnicas y materiales, navegando entre imágenes: creadas, abandonadas y reencontradas.

Si para conocer a una persona hay que vivir con ella, para conocer a un artista hay que trabajar con él. Y eso es lo que me ha sucedido a mí durante el mes de agosto de 2011.

Si el arte no estuviera rodeado de la necesidad de compartir, entonces no sería arte” me comentaba mientras trabajábamos de sol a sol y eso son muchas horas es un verano cordobés. Aunque Jacinto, nacido en Fernán Núñez, pueblo de la campiña cordobesa, esa capacidad de trabajo la lleva tatuada en los genes. Y eso le permite que para él, el arte sea algo en continuo crecimiento. Y no por la dilatada trayectoria expositiva, con muestras individuales y colectivas por todo el mundo, que ya superan con creces la centena. Sino porque es su Tao, su camino, con el que aprende y avanza todos los días.

Para Jacinto Lara, parafraseando a Antonio Gómez, su taller es una jaula, su ciudad es una jaula y su país es una jaula, su propia obra podría ser una jaula si no estuviese llena de libertad.

Antonio Damián.



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